La parte buena es que, a diferencia de Iván, a nosotros nunca se nos ha olvidado el sabor que tienen las cosas, y desde luego, beber y beber sigue siendo más que bueno cuando la gravedad, en todos los sentidos de la palabra, viene torcida.
Y aquí ando, parafraseando las canciones de Los Piratas como una niña de quince años, esperando a que las palabras que no valen nada se pierdan como lágrimas en la seca lluvia de mayo.