martes, 19 de junio de 2007

Creatividad, ¡qué bonito nombre tienes!

Creo que soy un fulano creativo. Seguro que los hay más y menos creativos que yo, pero hay más menos que más :)

Voy a aportar argumentos, no es que haga la afirmación gratuitamente: Tengo sentido del humor (a Rula le hago muchísima gracia), estoy constantemente haciendo chistes (creo que rozo lo patológico, sólo me falta empezar a hablar solo), y tengo inquietudes artísticas, si entendemos como tal el hecho de que en mi lista de únicas cosas que valen realmente la pena incluyo sin dudarlo la literatura, la música y el CINE. Probablemente, si me conociérais, estas cosas os resultarían un poco más creíbles, pero creo que tendréis que fiaros de los que yo os diga.

¡Ah, las ideas...! Qué bien nos sentimos cuando alguien nos pide una y somos capaces de dársela. Cómo nos gusta ver el ingenio, la risa, la rapidez mental... en las series de televisión. Puedo asegurar que, cuantos más años cumplimos, más repulsa produce la gente creativa, la innovación y las ideas. Afortunadamente no todo el mundo piensa de la misma manera, tambien jodería, pero los enemigos del pensamiento son más cada día y cada vez tienen menos pelo. Mi creatividad no tiene sitio en mi trabajo. Sólo sirve la creatividad corporativa; mis éxitos se producen cuando le bajo los pantalones y los gayumbos a mi ingenio y le meto por el culo una buena dosis de convencionalismos.

A eso le llaman creatividad.

Que se vayan a la mierda. Libros, discos, pelis, Rula... eso es lo que vale la pena. Creatividad, ¡qué bonito nombre tienes!

Bienvenidos a la nevera...

Soy un escritor de mierda, no maldito no, DE MIERDA. La RAE lo define como "Autor de obras escritas o impresas, excremento humano o de algunos animales, cosa sin valor o mal hecha, persona sin cualidades ni méritos". Yo lo resumo en que soy un escritor que no escribe, uno de esos tíos vestidos de tweed que creen que poseen un talento abrumador pero... se quedan, nos quedamos, en el tweed (mi madre llamaría a este tejido noble espiguilla). Con esta entrada creo que ya habréis adivinado el propósito de este blog: escribir de vez en cuando para justificar la pose .

Soy bastante joven, por lo que aún tengo puestas grandes esperanzas en que, tarde o temprano, me arrancaré a crear algo que me permita recalar en la estantería de mi madre. Esta es mi máxima ambición en la vida, dejando aparte, claro está, la de ganar un anillo en la NBA, pero para eso ya estoy algo mayor y falto de talento. Mientras tanto, me conformo con imaginarme recogiendo entre lágrimas un premio Nobel, con la mujer de mi vida ( que ya está localizada y a la que llamaremos Rula) contemplándome orgullosa desde las gradas suecas de IKEA sabiendo que mi éxito es casi tan suyo como mío, y todas esas cosas que les pasan a esos cabronazos que llamamos triunfadores.

Si dejo a un lado la terrible frustración que me ocupa desde hace unos años, tengo que reconocer que soy un tipo con bastante suerte. Trabajo en una multinacional, tengo un trabajo relativamente creativo y me pagan todos los meses. Estoy enamorado de Rula, y ella, creo, está enamorada de mi. Tengo pocos amigos, pero leales, y no tengo problemas de salud. Toma ya, qué fenómeno. Pero con todo esto, quiero más. Mi trabajo me aburre soberanamente, mis amigos y familia viven en otra ciudad, y tengo una sensación permanente de oportunidad perdida. Siento que el mundo me debe algo (tengo que decir que soy tremendamente egoísta), y eso me perturba .

La culpa de estas sensaciones no es sólo mía. Como a la mayoría de la gente, mis profesores se hartaron de decirme en el colegio que era un crío con muchísima capacidad, que a poco que me esforzara iba a ser nosequé, y todas esas chorradas. Mi problema es que, por lo visto, yo me lo tragué.

Este blog será el testimonio de mi fracaso, y en él purgaré mis miserias y me reiré de mis vanidades. Voy a sacar la cabeza de la nevera y me voy a ir de la cocina sin meterla en el horno.

Después de todo, soy un tipo con bastante suerte.