martes, 30 de diciembre de 2008

Todo pasa y todo queda

Con esta frase de Antonio Machado (letrista de Serrat, 1875-1939), pretendo ilustrar lo que esa enfermedad pasajera llamada Navidad representa para mi yo adulto. Recién aterrizado en la capital del Reino tras mi fugaz paso por la tierra madre, me apetece hacer balance (palabra estrechamente ligada a la Navidad, del mismo modo que aparatoso está atada a vendaje) de lo que allí me encontré:

- Una familia que de un tiempo a esta parte está en constante reconstrucción, intentando recuperarse de la puñetera vida sin aparente mejora. La buena noticia es que aún nos queremos todos a pesar de que no nos aguantamos.

- Unos amigos de toda la vida pugnando porque nuestros encuentros sigan siendo algo más que un compromiso de vacaciones, y unos enemigos de toda la vida intentando ser cada año más malos que el anterior. Menos pelo y más tos en casi todos ellos.

- Unos amigos recientes que jamás podrán sustituir a mis compromisos con los amigos pasados. Pero es buena gente.

- Regalos de cumpleaños, regalos de Navidad, regalos de Papá Noel y nostalgia de Reyes Magos, esos grandes desempleados.

- Nostalgia a raudales, de esa tan jodida que incluso alcanza a que eche de menos hasta los últimos cinco minutos que han pasado.

- Humedad que hace que la nostalgia y los virus calen desde el pecho hasta la espalda. Mierda para la humedad.

- Horas de sueño. Pero que muchas horas.

- Los niños, dejando claro que la Navidad empieza y acaba en ellos. Los que están ahora y los que fuimos nosotros hace tiempo.

- Recuerdos y más recuerdos, que por pasados siempre son mejores. La Navidad está pensada para que todos pensemos en lo que hemos perdido por el camino, lo que intentamos conseguir y no conseguimos, y lo que no quisimos ser y sin otro remedio somos. Con este panorama, no nos queda sino gastar dinero y comer.

- Comida a raudales. Casi siempre riquísima.

- Más nostalgia.

- Alcohol, cómo no. Casi siempre malísimo.

- Y lo que queda.

Dicho esto, y después de aburrir o incitar al suicidio al paciente lector, sólo me queda decir que si algo me jode en el mundo es el puñetero topicazo de "no me gusta la Navidad. Me pone triste". A mí me gusta la Navidad, aun con todo lo anterior, es el único momento del año en el que parece que la humanidad se esfuerza por tocarle menos la bisectriz al que tiene al lado. Por sí mismo, eso ya vale la pena.

Además, volviendo a citar al célebre letrista Machado, lo nuestro es pasar, y lo pasado, pasado está.

Feliz año a todos.

P.D.: ¿alguien conoce algún mérito de Manuel Machado aparte de sus lazos familiares?

5 comentarios:

Belén dijo...

La verdad es que al ser el último mes de año, los balances van y vienen... a mi no me gustara hacerlo pero como soy una borrega...;)

Besicos de feliz año

Malone dijo...

a mi me pone triste cuando la navidad se acaba.añoro no ir al trabajo

Diana dijo...

Por supuesto que si:


ADELFOS

Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el ama de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos, ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí!
Que las olas me traigan y las olas me lleven
y que jamás me obliguen el camino a elegir.

¡Ambición!, no la tengo. ¡Amor!, no lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud.

De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.

Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme
lo que hago por vosotros hacer podéis por mí...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!

(Onironauta)

En la nevera dijo...

Gracias por la puntualización Diana. Claro que Manuel también sabía coger el boli, pero sólo pretendía hacerme el gracioso.

FotoCalma dijo...

¡Ah! ¿Pero Antonio tenía un hermano?