jueves, 29 de mayo de 2008

Tan desgraciados

Hace tiempo que no escribo nada. Hace ya mucho que he empezado a olvidarme de la disparatada idea de lograr el éxito. Desde la última vez que escribí una entrada en esta bazofia de blog, mi vida ha cambiado completamente. Es curioso cómo en un año todo da la vuelta. 

Hace un año soñaba con tener un trabajo mejor, que me daría una vida mejor, que me convertiría en mejor persona. Hoy he cambiado de trabajo, se ha abierto un nuevo camino profesional para mí, y resulta que todo está cambiando para peor. Antes me desesperaba la imposibilidad y lejanía del cambio. Ahora me acongoja la posibilidad no contemplada antes de no valer para hacer el trabajo que quería. Día tras día compruebo con desesperación que el cambio se me resiste. Quizá la situación no es tan dramática. Cobro todos los meses, no recibo excesivas quejas sobre mi rendimiento y, probablemente, en un mes opine de forma diferente. Hoy, sin embargo, tengo la impresión de llevar demasiado tiempo sin tener la sensación de que soy bueno en lo que hago. Me encantaría ser capaz de llegar al trabajo y dar lo mejor de mí. Me encantaría volver a leer como antes. Me encantaría poder escuchar de nuevo con orgullo el sonido de mi voz. Por ahora no puedo hacerlo. Se me acaban las pilas y las opciones. Pierdo sentido del humor a cada día que pasa, me cuesta reírme de mí mismo y comienzo a desarrollar una impaciencia por el dinero y el éxito que no se corresponde con los méritos personales para conseguir ambas cosas. El mundo se desploma, o no, pero a mí se me está cayendo el alma a los pies. 

Sólo me queda un consuelo: se supone que siempre pueden venir tiempos mejores. El problema es que es posible que estos sean los tiempos buenos. Quién sabe... Seguro que acabo echando esto de menos. Como dijo Oscar Wilde: "aquellos tiempos  felices en los que éramos tan desgraciados...".

Curiosamente, y después de todo el sermón lacrimógeno que acabo de largar, no me cabe duda de que todos los cambios del último año han sido para mejor. Entonces, ¿qué cojones me pasa?

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