Como para otros muchos campos, para el de los helados prefabricados tengo una opinión formada. Es lo bueno de ver el mundo desde una perspectiva monocromática, que puedes opinar rotundamente acerca de cualquier tema. En el caso de los helados de diseño, tengo claro que nunca se ha hecho, ni nunca se hará, algo tan prodigioso como el Calippo de fresa, el gran legado de Frigo para el mundo.
Para empezar, ¿qué es exactamente un Calippo de fresa? Para aquellos que no lo sepan, se trata de un voluptuoso trozo de hielo de unos 16 centímetros (manejo la referencia porque es la mitad de 32), con forma cilíndrica y color medio rosa medio rojo. Podría precisar el tono si me dedicara a vender telas o leer revistas de moda, pero yo me quedé en la clasificación de colores más fiable del mundo: la caja de Plastidecor, aunque esa es otra historia. El caso es que es una especie de glande interminable que se pierde en una funda también cilíndrica que se emplea a modo de sujeción y que, a mismo tiempo, facilita el consumo del helado, pues apretando en la base, el trozo de hielo sube. En definitiva, un prodigio de la ingeniería.
Les aseguro que esto se vende a los niños.
Puedo asegurarlo porque cuando yo era niño me lo vendían. El Calippo de fresa, que obviamente está inspirado en un pene erecto (probablemente en el pene erecto del propio señor Frigo), es una especie de pesadilla freudiana en forma de postre. ¿Por qué?, Pues porque cuando uno ya tiene edad suficiente para saber lo que este "helado" representa, no puede sino preguntarse cuál es el motivo de su (de mi) adoración por él, y digo adoración porque, en un buen día, puedo llegar a comerme hasta tres Frigopollas heladas sin ruborizarme (esta ausencia de rubor pueda explicarse probablemente por lo helado del asunto).
En resumidas cuentas, les cuento que hoy me he planteado la siguiente pregunta: ¿me convierte esta insaciabilidad calipera en homosexual? Tranquilas madres del mundo. La respuesta es no, al menos en mi caso, puesto que lo como a dentelladas y no a lametones. En cualquier caso, no se despisten. Comprueben que sus hijos muerden el Calippo cual filete de ternera, y podrán seguir soñando con bodas perfectamente heterosexuales entre su vástago y la zorra que se lo vaya a quitar. Y otra cosa más: comprueben que su marido no guste de introducirse el Calippo por el culo. Si esto pasara, no duden en descartar la fresa y empezar a comprarlos de lima limón. Se ahorrarán horas de psicoanálisis.
Por cierto, dicen las malas lenguas que la interracialidad ha llegado al mundo del Calippo. El señor Frigo, siempre según estas fuentes que no puedo revelar, está pensando en lanzar el Calippo de cola, un 25% más largo que sus antecesores.
Y después no se puede decir coño en la tele porque los niños se asustan...
P.D.: nótese la mariquita que avanza juguetona hacia el Calippo en la imagen que ilustra el texto. Si esto no es publicidad subliminal, que venga Dios y lo vea.
4 comentarios:
Un colega mío decía sabiamente que a el no le define ni el dónde curra ni donde la mete, pues al igual que ha hecho tantos tipos de curro diferentes que el Bukoski a su lao es casi un funcionario, y la ha metido en tantos sitios extraños que podría ser homosexual heterosexual, arenosexual, ladrillosexualm sandiosexual, ovejosexual, etc,etc,etc.
El, que se ríe de los que se presentan con la típica frase, "hola soy escritor, hola soy abogada, hola soy gay, hola soy un machote" estaría encantado de ser un calipo sexual pues se come los polos calipos o no a lametazo limpio, pero lo mismo que casi todo.
Un saludo, y buena suerte con el Blog, muy divertido.
Me has hecho recordar mi frustración infantil cuando eliminaron el Frigodedo del cartón de los helados.
La de posibilidades que le veía yo a mis doce o trece años!
Cuando pude, ya no había.
Un saludo.
Pete Vicetown
¿Ni siquiera el Twister?
Lo intenté una temporada con el Colajet, pero no funcionó.
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